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La humanidad tiene un antes y un después de la pandemia. En ese contexto, las redes sociales han tenido un impacto en el desarrollo de la calidad de vida de las personas, conectividad, comercio electrónico, desarrollo de aprendizaje, desarrollo de servicios, por nombrar algunos beneficios.

Las comunicaciones también se han visto afectadas negativamente y es así como en las últimas décadas pasamos de la prensa escrita, la radio y la televisión – los conocidos medios tradicionales – al mundo digital de internet y a las ya mencionadas redes sociales, que han sido cuestionadas por considerarse nocivas para el contacto personal, dar una falsa sensación de compañía, peligrosas porque no se tiene certeza de quién es el interlocutor en el otro extremo, riesgosas por la exposición a suplantación de identidad y eventual fraude, entre otros peligros asociados.

Por otra parte, también tienen un aspecto positivo en cuanto a la rapidez con la que se transmite la información, la facilidad para retomar el contacto con seres queridos lejanos, interactuar y nutrirse de información valiosa (si es que se sabe dónde buscar), ser una fuente de inspiración constante y proporcionar la oportunidad de divulgar proyectos y actividades.

En Chile, el 70% de sus aproximadamente 19 millones de habitantes utiliza redes sociales a través de más de 20 millones de celulares, computadores o tablets, siendo las más usadas WhatsApp, Facebook, Instagram, Twitter y LinkedIn para alojar los perfiles sociales. Por otro lado, Google y YouTube son las plataformas de búsqueda más populares.

También debemos considerar el efecto que las redes sociales han generado en la industria publicitaria. Dado que existe un alto consumo de ellas, los medios tradicionales de promoción han sido relegados por las empresas, cambiando su enfoque en función de sus grupos objetivos. Por ejemplo, las empresas de servicios juveniles de ropa, utilizan Instagram y contratan influencers para captar una mayor venta.

A lo anterior se deben agregar otros factores que han cambiado con la pandemia como son el uso de plataformas y el aumento de sistemas de interacción virtual, a través de videoconferencias, en salas de clases y trabajo a distancia. A su vez se ha detectado un aumento de los negocios virtuales, ligados a servicios de alimentación, viajes, movilidad, hospedaje, entretención, y educación.

Se hace importante recalcar que, para muchos, el contar con ellas abre un espacio de compañía y apoyo, en la entrega de información, comunicación familiar, distracción y seguridad. Por ello es fundamental saber dosificar su uso e intensidad para que finalmente tengan un efecto positivo.

Considerando lo expuesto, es clave para la etapa de transición y post pandemia tener en cuenta, para quienes empleamos las redes sociales, que prime el criterio, respeto y prudencia al momento de su utilización, manteniendo los equilibrios en su aplicación, y dado que son utilizadas por personas, hacer el mejor uso de ellas. En especial, si somos adultos, no debemos olvidar que somos nosotros quienes constituimos un ejemplo para niños, niñas y jóvenes.

Mauricio López Muñoz

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